En el mundo de los suelos de madera, hay un abismo entre los auténticos… y sus imitadores.

Los parquets, tarimas macizas de interior o exterior, frente a materiales derivados de plásticos, resinas, pétreos… son resultados muy diferentes por una razón que tiene mucho que ver con la naturaleza y la industria.

Los suelos auténticos y naturales son revalorizables en el tiempo, y salvo que una especie botánica desapareciera, dispondremos siempre de repuesto para su reparación o mantenimiento, ya que hoy día se apuesta por la silvicultura, que se trata de cultivar adrede esas especies, para garantizar el suministro de materia prima en el presente y el futuro para la industria de la madera. Gracias a esta industria de bosques sostenibles, se consigue el cuidado de las superficies forestales, frente a incendios, plagas que puedan dañar su producción, deforestaciones de bosques salvajes, crea una área para la supervivencia de animales y aporta un plus adicional a la humanidad y al medio-ambiente. Imaginemos que pudiéramos plantar las materias primas como, cobre, hierro, plata, oro… y creciesen.

En una época donde se habla tanto de medio-ambiente, entornos sostenibles, contaminación cero, etc… la madera es el mejor material para cumplir todo ello.

Si comparamos tanto el gasto energético, como la repercusión medioambiental de un suelo sintético, cerámico o pétreo con un suelo de madera, la diferencia de ventajas de este último es abismal.

Cuando se realiza la elección de un suelo de madera natural, los árboles de donde la madera procede, generaron la transformación de toneladas de Co2 en Oxigeno a lo largo de los años desde que fueron plantados y posteriormente talados en bosques sostenibles. En su posterior procesado y transformación como revestimiento de paredes y suelos, la emisión de CO2 en forma de generación de energía para cortarla, cepillarla, lijarla, etc. es mínima comparada con la transformación de CO2 en Oxigeno durante la vida del árbol.

Desde el momento de su colocación en su destino interior o exterior, además de aportar estética noble, tiene una revalorización al valor del lugar donde se encuentra.

Cuando se coloca un pavimento industrial de tipo, cerámico, resina, plástico…. No solo pierde de inmediato el valor invertido como producto, si no que en rara ocasión se revaloriza salvo que sea durable y singular. Así pues, un gres, cerámica, terrazo…. no suelen revalorizarse, generan muchas emisiones de CO2 y cuando dejan de fabricarse, no existe reposición para poder repararlos.

Es importante ajustarnos en cada caso al presupuesto que dispone cada usuario, sin perjuicio de dejar bien sentado, que hay 3 segmentos claramente diferenciados:

 

Producto Natural auténtico
vs
Imitación de mayor o menor calidad y prestaciones
Existirá Siempre
vs
existencias limitadas por la industria artificial
Mantiene o crece de valor
vs
Se devalúa o pierde todo su valor en el tiempo